lunes, 13 de abril de 2015

Confesión de una mujer frívola


No pasa una noche sin que piense en su tormentosa calma,
Sin qué el azul me recuerde a el.
Lo invoco solo para quejarme y maldecirlo,
Tanto, que todavía me llega a desesperar.
¿Será un pretexto para decir su nombre?
Creo que en algún momento hasta intente odiarlo,
Plan fallido y abortado,
La realidad es que extraño todo de el.
Yo no esperaba su devoción a todas horas,
Ni quería atar su libertad,
Sencillamente deseaba su voluntad, su regreso,
Su pensamiento, su corazón.
Caí en el papel de mujer frívola y egoísta,
En ocasiones con locura y obsesión.
Aunque jamás espere abarcar su mundo,
Al contrario, soñaba participar en el de el.
Mi error fue creer que lo amaba con medida,
Siempre al pendiente de lo menos importante y con expectativas.
Me gustaría hablarle,
Pedirle perdón, agradecerle su pasión.
Quisiera confesarle que el juego del amor no es divertido sin el,
Sin su locura, sin su pasión.
No pasa, te digo, no pasa.