sábado, 2 de marzo de 2013

Esto lo escribí a principios de este año. A casí 3 meses de haberlo escrito me doy cuenta de que muchos de mis propósitos se han vuelto realidad mientras algunos siguen pendientes o en proceso.
No me había atrevido a publicarlo porque expresó detalles de carácter personal. Sin embargo, hoy decido abrirme, espero y sea de su agrado.

11 de enero del 2012


Es un año nuevo y me encuentro con miles de expectativas y un que otro propósito; lo típico y lo espontáneo: perder peso, hacer deporte, viajar, conocer gente, vivir en una nueva ciudad, aprender muchas cosas nuevas, hacer un diplomado, trabajar  y ¿encontrar el amor? Lo que me lleva a hacer una reflexión sobre el año pasado.
El 2012 no solo me dejó una gripe impresionante, si no unos kilitos de más, un que otro moretón,  gastritis y una crisis existencial. Pasé por numerosos momentos muy amargos, probablemente de los mas desagradables que he vivido; además, sufrí la partida de uno de mis seres mas queridos y me tocó ver a mi papá mas triste que nunca. En definitiva pareciera que no la pasé nada bien. Sin embargo, también fue el año en que recibí un título profesional, hice nuevas y buenas amistades, viaje muchísimo, fui a varios conciertos, me destaqué en clases, fui a museos, gané y perdí apostando; viví nuevas experiencias, enloquecí, tuve un amor fugaz y a lo mejor un poquito mas que eso, cumplí 23 años, hice las paces con mis papás o mas bien conmigo misma, me acerque a Dios, perdoné a la iglesia, tire los rencores y resentimientos del pasado (todos), bebí varias botellas de buenos vinos, comí en excelentes restaurantes, leí 12 libros, descubrí el amor por el chocolate amargo, por el té y también mi debilidad por los atardeceres. Me queda  grabada la imagen de un buen momento de año: un velero en una bahía serena, rumbo al cauteloso mar.
Viéndolo en retrospectiva, el 2012 fue un año lleno de crecimiento personal, físico y espiritual para mí.  Me enseñó a ser mas prudente en mis palabras; me enseñó que la impulsividad no se lleva bien con las situaciones delicadas; que siempre hay que saber a donde se quiere llegar; que entre mas das, más recibes; que siempre hay que salir bien arreglada; que cuando desayuno cereal me da hambre a las 2 horas; que lo que pasa en Las Vegas se queda allá; a no gritar cuando hablo; a no hablar mal de nadie; a no juzgar; a hacer lo que yo quiera siempre y cuando no le haga daño a los demás; que la belleza se acaba tarde o temprano; a respetar a mis mayores y sobre todo a mis papás; aprendí que siempre seré una hija por mas que crezca o cumpla años; a decir me vale madres, de vez en cuando; a olvidar; a no sentir nada cuando no vale la pena y a sentir mucho siempre que lo amerite el momento; que nunca es bonito escuchar a una mujer diciendo groserías; que debo de traer repelente de moscos en la bolsa; que la cerveza es pan líquido y que no puedo estar mas de 45 minutos en el sol; que soy una eterna enamorada, que me encanta hacer ejercicio y que puedo llegar a ser una persona obsesiva-compulsiva; a no pasarme de copas porque siempre me caigo; a no tomarme todo tan a pecho; que todas las personas cargan con su propia cruz y que nunca debo de tener expectativas muy altas; pero sobre todo aprendí que no soy el centro del universo.
Agradezco de todo corazón a todas las personas que fueron parte de mi 2012 y estuvieron conmigo en mis buenos y malos ratos. Espero que el 2013 traiga consigo mas experiencias, aprendizaje, risas, salud y sobre todo felicidad.