jueves, 20 de marzo de 2014

La inquietante levedad de tí

por Begoña Félix



Era una fría noche de invierno,
Esperaba tu llegada para extinguir el fuego de nuestro último tropiezo.
El aguardiente solo avivaba la llamarada
Mientras el espeso humo nublaba mis sentidos,
Despejaba mi razón.
Los sorbos de licor ya no eran tan amargos a tu llegada.

Recuerdo haber vislumbrado ese encuentro cientos de veces.
Conocía el tono grave de tu voz,
tus gestos imprudentes,
la curva de tu espalda.
Mi memoria no me desertaba.
Tus ambiguos intereses,
La calidez de tus manos,
Tu oculta ternura,
Tus debilidades, mi especialidad.
Ambos confundidos por la timidez de la cotidianidad
Nos sumergimos en la vieja rutina.
El compás del Swing ya no resonaba.
Bailamos bajo la tenue luz de una luna llena,
Un movimiento lento, intermitente.
Entumecidos nos estrechamos.
El viento ya no suscitaba escalofríos.
Hasta aquí mis correctas conjeturas.

Las caricias cesaron.
Un juego de seducción interrumpido por palabras,
Tus palabras.
El olor a sudor ya no era tan dulce.
Abrumado por la paradoja de un futuro juntos,
Calcificaste mi ser.
Tus grandes ojos cafés,
Tu robustez,
Tu elegante calma.
Se apartaban a toda prisa de mi.

De pronto la cordura hizo su debut,

Las estrellas ya nunca mas fueron tan brillantes.